La inteligencia artificial (IA) generativa, esa tecnología capaz de crear textos, imágenes y otros contenidos, está llamando a las puertas del mundo legal con una fuerza inusitada. Estudios recientes, como los realizados por Thomson Reuters, dibujan un panorama complejo: una profesión que reconoce el potencial transformador de la IA, pero que al mismo tiempo alberga dudas y enfrenta importantes desafíos para su adopción plena y segura.
Un futuro inevitablemente tecnológico
La percepción generalizada en el sector legal es clara: la IA ha llegado para quedarse y jugará un papel crucial. Un informe de Thomson Reuters de 2025 revela una expectativa abrumadora: el 95% de los profesionales del derecho encuestados anticipa que la IA generativa será fundamental en su trabajo diario en los próximos cinco años. Esta cifra contrasta con la realidad actual, donde solo un 15% considera que ya ocupa un lugar central en su flujo de trabajo.
Este optimismo se refleja en las crecientes tasas de adopción. El uso activo de IA generativa en las organizaciones legales casi se duplicó en un año, pasando del 14% en 2024 al 26% en 2025. La actitud predominante también ha virado; si en 2024 la "duda" era la reacción principal (35%), en 2025 la balanza se inclina hacia el "entusiasmo" (27%) y la "esperanza" (28%), mientras la duda desciende al 24%. Los abogados ya están aplicando estas herramientas principalmente para la revisión de documentos (77%), la investigación legal (74%) y la elaboración de resúmenes (74%).
Las sombras de la innovación: temores y carencias
Sin embargo, esta transición no está exenta de miedos y obstáculos significativos. Un estudio anterior de la misma Thomson Reuters (2024) ponía el foco en las preocupaciones persistentes. La amenaza percibida a los puestos de trabajo es notable: solo un 6% creía que la IA no representaba "ninguna amenaza" para el empleo legal, mientras que un 59% la consideraba una amenaza "moderada" o "importante". Datos más recientes del informe en PDF indican que solo un 10% cree que no hay amenaza, y otro 10% la ve como una amenaza significativa.
Las preocupaciones se extienden a la viabilidad económica de los despachos, con un 42% viendo la IA como una amenaza notable para los ingresos. Surgen también inquietudes éticas importantes, como el riesgo del "ejercicio no autorizado de la abogacía" mediante IA, considerado una amenaza por el 77% de los encuestados en el estudio de 2024.
A estos temores se suman dos carencias fundamentales: la formación y la regulación interna. A pesar de las altas expectativas, casi dos tercios (64%) de los profesionales declaran no haber recibido formación específica sobre IA generativa en 2025. Aunque esto supone una ligera mejora respecto al 76% de 2024, sigue siendo una brecha considerable. De forma similar, la ausencia de directrices claras es preocupante: más de la mitad (52%) de las organizaciones encuestadas carecía de políticas formales sobre el uso de IA generativa en 2025, aunque otro dato del mismo año sugiere que el 41% de los despachos sí tiene alguna política (ya sea específica o general de tecnología). Esta falta de preparación contrasta con el deseo de los clientes: un 57% manifiesta que le gustaría que sus asesores legales utilizaran IA, aunque la comunicación al respecto es escasa, ya que un 71% de los clientes corporativos desconoce si sus bufetes externos la emplean.
El camino hacia la integración: estrategia y supervisión humana
Los expertos coinciden en que el desafío no es principalmente tecnológico, sino organizacional. La clave reside en cómo integrar estas herramientas de forma eficaz y ética. Los informes sugieren pasos claros para los líderes de las firmas: invertir sostenidamente en tecnología, fomentar activamente su adopción, y establecer políticas de uso responsable y programas de formación continua.
Se insiste en que la IA debe verse como una aliada que potencia, no reemplaza, la pericia legal. La tecnología puede automatizar tareas rutinarias, analizar grandes volúmenes de datos y agilizar procesos como la revisión documental o la investigación, liberando tiempo valioso para que los abogados se centren en el pensamiento estratégico, la relación con el cliente y las tareas que requieren juicio crítico y empatía, cualidades intrínsecamente humanas. La supervisión humana ("human-in-the-loop") se considera esencial para garantizar la precisión, la ética y la calidad del trabajo asistido por IA.
Conclusión
El sector legal se encuentra en una encrucijada ante la inteligencia artificial. Por un lado, existe un reconocimiento creciente de su enorme potencial para transformar la profesión, aumentar la eficiencia y, potencialmente, mejorar el acceso a la justicia. Por otro, persisten temores fundados sobre el impacto laboral y ético, agravados por una notable falta de preparación en términos de formación y políticas internas. El futuro de la abogacía dependerá en gran medida de la capacidad del sector para navegar esta dualidad, adoptando la innovación de manera estratégica y responsable, sin perder de vista el componente humano esencial de la práctica legal. La carrera ha comenzado, y las organizaciones que logren este equilibrio definirán la próxima era de los servicios jurídicos.
Esta publicación es un breve artículo informativo, no pretende ser un análisis exhaustivo ni brindar asesoramiento legal.
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