“El atentado de 1994 en Buenos Aires fue organizado, planificado, financiado y ejecutado bajo la dirección de las autoridades del Estado Islámico de Irán, en el marco de la Jihad Islámica, y con la intervención principal de la organización política y militar Hezbollah”, concluyó en su voto Carlos Mahiques, juez de la Sala II de la Cámara Federal de Casación Penal al que adhirieron Angela Ledesma y Diego Barroetaveña al dictar sentencia en la causa que investigó el mayor ataque terrorista sufrido por nuestro país.
A casi 30 años del atentado a la AMIA, la actividad del grupo chiíta no ha terminado en Latinoamérica sino que continúa. Así lo advirtió Eitan Azani, Director de Investigaciones del Instituto Internacional de Contraterrorismo de la Universidad Reichman de Israel. El especialista indicó que Hezbollah es una organización que tiene capacidad global, que además actúa como representante de Irán y una de las áreas donde quiere promover sus objetivos es Latinoamérica. La organización terrorista realiza además actividades de narcotráfico con la intención de obtener más dinero que le permita financiar sus operaciones en la región.
Para llevar adelante sus objetivos, Hezbollah tiene un presupuesto global de 2.000 millones de dólares aportados en buena medida por Irán aunque no en su totalidad y por ese motivo se involucra en diversas operaciones vinculadas con el crimen organizado.
Un ejemplo de esta diversificación de actividades criminales es la relación que mantiene en la zona de la Triple Frontera con el Primer Comando Capital (PCC). “En esta zona en particular también se ha corroborado la presencia de otras organizaciones como el Primer Comando Capital, que es una de las mayores organizaciones criminales brasileñas y que está está vinculada a Hezbollah en operaciones de tráfico de drogas y atracos a bancos”, contó Josefina Aghemo, ex fiscal de Paraguay y especialista en delitos económicos, en diálogo con Infobae. El PCC tiene como modalidad robar bancos haciendo estallar cajeros automáticos, una especialidad del grupo criminal brasileño desde mediados de 1990. Según la experta, la organización terrorista está asociada al PCC en el cultivo y producción de marihuana, la falsificación de marcas, el tráfico de armas y municiones, y en particular de explosivos que son ingresados a Brasil y constituyen un elemento esencial para las detonaciones de los cajeros automáticos.
La presencia del grupo terrorista en Latinoamérica es promovida por Irán que tiene una fuerte política expansionista en la región. La envergadura de las actividades de este país son comparables a Rusia. En 2022, Latinoamérica exportó 5.000 millones de dólares a Irán, la mayor parte de esas ventas fueron de Brasil, según datos del Fondo Monetario Internacional. En el vecino país, Hezbollah mantiene estrechos lazos con comunidades integradas por alrededor de un millón de libaneses chiítas -aunque no todos son miembros de la organización- asentadas en las ciudades brasileñas de Foz de Iguazú, San Pablo y Curitiba.
“Las mismas redes que utiliza Hezbollah para el lavado de activos de los grandes sindicatos del crimen organizado son usadas para ofrecer logística para otras actividades como la planificación de atentados”, advirtió Emanuele Ottolenghi, investigador de la Fundación para la Defensa de las Democracias, que tiene su sede en Washington, entrevistado por Infobae.
¿Por qué la organización terrorista eligió Latinoamérica? El especialista consideró que una de las razones es que en las últimas décadas, pese a los aportes iraníes, Hezbollah empezó a depender más del autofinanciamiento. Con este objetivo se involucró en tráficos ilícitos como intermediario sobre todo ofreciendo servicios de lavado de activos a los grandes sindicatos criminales y a los carteles de la droga. “Claramente como Latinoamérica es la fuente principal de cocaína -una de las drogas más populares en el mundo- aquí tienen una base poderosa que facilita las transferencias de mercaderías ilícitas hasta mercados lejanos”, dijo Ottolenghi y añadió “pero hay otro elemento también, porque las mismas redes que se utilizan para transferir, facilitar la logística y repatriar el dinero pasando por redes de lavado también pueden ser activadas para ofrecer logística para otras actividades como la planificación de atentados.”
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